Cirneco del Etna, historia del perro autóctono de Sicilia

Cirneco del Etna
Cirneco del Etna

Fauna e historia e mezclan cuando abordamos el origen del Cirneco, una raza de perros oriunda de Sicilia.

Las laderas del Etna, con sus condicionante climáticos tan opuestos, fueron una zona perfecta para que la raza del Cirneco se asentara. El terreno agreste, volcánico, lleno de pequeñas cavidades donde piezas menores se mueven a sus anchas fue un escenario a medida para una raza que aguanta perfectamente el frío y la altitud.

Se presupone que primero los cretenses y luego los fenicios fueron portadores a la isla siciliana de una raza que los egipcios mimaron hasta el punto de encontrarse estatuas caninas que revelan la relación cercana entre los faraones y el antepasados del Cirneco, el Tesem.

Gran cazador de liebre y conejos (fundamentales en la gastronomía cárnica del Etna), que proliferan en las faldas del volcán, los griegos y los romanos lo tuvieron en gran estima. Aristóteles, en De natura animalium ya lo menciona, y el origen del nombre se relaciona con la ciudad de la magna Grecia de Cirene.

Otro claro ejemplo que lo testimonia es uno de los mosaicos de la villa del Casale, en Piazza Armerina, que reproduce una escena de caza de los patricios romanos, con el Cirneco como compañero de las batidas del emperador.

Las excavaciones de Segesta, sacaron a la luz monedas fenicias del siglo IV a. C, donde un perro, con gran parecido al Cirneco muestra su pose en el anverso de una moneda donde se muestra una divinidad fenicia. Incluso las leyendas transmitidas oralmente en Sicilia hablan de unos Cirnecos con poderes sobrenaturales, que defendían a los pobladores de Adrano.

El reciente hallazgo en el rio Simeto, cerca de Paterno del esqueleto de un perro, que podría relacionarse con el Cirneco, y datado en el 1.500 a. C. ha vuelto a defender la teoría de que se trata de una raza autóctona e independiente de la de otras localizaciones del norte de África y Egipto.

El cuidado de la raza corrió durante siglos a cargo de los propios campesinos, y ya de forma más profesional a partir de la década de 1930, cuando se alarmó de su extinción. Desde entonces la cría del Cirneco ha garantizado su difusión, sinedo uno de los perros lebreos más codiciados.