Tan sólo dos provincias constituyen la región de Molise, Campobasso e Isernia. Aunque no la situemos a bote pronto en la geografía de Italia, Molise se haya entre los montes Apeninos y las aguas del Mar Adríatico, y sus señas de identidad no son majestuosos templos griegos como los de Sicilia, ni catedrales fastuosas como la de Florencia, ni tampoco canales románticos como la laguna de Venecia. Sencilla y auténtica, la región de Molise se vende a través de su naturaleza, historia, arte, tradiciones y una sabrosa gastronomía.
Turismo de Molise
Si no viéramos pulular coches, gente hablando por móviles o artesanos de mil y un oficios, podríamos pensar que el tiempo se ha parado, y que Molise conserva sensaciones que no nos damos cuenta que perdemos, y que ya no volverán. Por esta razón las cosas mundanas se antojan exóticas y uno se puede quedar embobado con el lento ritmo del quehacer de sus gentes, o pasear en caballo por los «tratturi» (caminos de ovejas), rutas milenarias de la trashumancia que discurría entre Abruzzo y Puglia, o dejando pasar el tiempo con las explicaciones de como se fabrican las campanas de las iglesias más importantes del mundo, en Agnone.
Parte de la historia de Molise la podemos vivir in situ, casi regresando al pasado, palpando su prehistoria en los restos a las afueras de Isernia, o entrando en el museo de la gaita en Scapoli, que a veces sólo relacionados con los celtas y las regiones atlánticas. Entre vestigios romanos, como los de Sepino y Larino hallamos los de los samnita, una correosa tribu prerromana de cuya factura es el teatro de Pietrabbondante.
Igual de auténticos son los platos típicos, que conjugan influencias gastronómicas de las regiones colindantes con los productos más conocidos de Molise, entre ellos el aceite de oliva extra virgen, el tartufo de Isenia y la pasta de trigo duro. De materia de tamaña calidad se consiguen delicias como la pasta alla Chitarra pallotte ( con queso y huevos) , la polenta , y el cordero asado a través de turcinelli, basado en tripas de cordero. De sus carnes destacan la saggicciotti, (paté de hígado), y pampanera Ventricina,( tocino con pimiento rojo) secado en el horno. Y si de quesos hablamos como no mencionar el scamorze burrini, un queso relleno de mantequilla; o el “caciocavallo”, la “stracciata di Agnone”, el fiordilatte de Boiano , la mozzarella de búfala de Venafro, o el pecorino del Matese.
Los vinos de Molise no suenan mucho fuero de Italia, pero les invitamos a degustarlos, acompañados a poder ser de los quesos que citábamos, para que valoren si los Biferno y Pentro son merecedores de la calidad que se les atribuye,
De ruta por Molise
Las rutas que podemos alternar van desde la visita a los pueblos de costa, a las poblaciones de los Apeninos, todas ellas regadas por numerosos castillos, recintos arqueológicos, conventos e iglesias románicas como la iglesia de San Giorgio en Petrella Tifernina y Santa Maria della Strada en Matrice.
Por la costa de apenas 40 kilómetros de ancho podemos parar en sus pueblos marineros para degustar el brodetto di pesce de Termoli (un caldo de peces variados); y coger un ferry a las Islas Tremiti o hasta Croacia.
Volviendo al interior de Molise la ruta que se adentra en el Parque Nacional de los Abruzos, Lacio y Molise (Mainarde), permite conocer la vasta fauna y flora de la zona. Igual de importantes son los denominados Oasis del WWF (Monte Mutria e Guardiaregia-Campochiaro), el Oasis LIPU de Casacalenda, el Oasis «Le Mortine».
La capital de Molise, Campobasso cruza casi todas las rutas propuestas porque en sus calles está toda la esencia de la región, y el castillo de Monforte es ejemplo capital de la grandiosidad de otros castillos que nos encontraremos diseminados por la región de Molise.
Qué ver y hacer en Molise
- – Castillo de Monforte en Campobasso.
- – Realizar una visita guiada en el Museo Provincial Sannitico, para conocer más sobre el pueblo que sólo pudieron doblegar los romanos.
- – Esquiar en las estaciones de Campitello Matese y Capracotta.
- – Caminar por el centro de Isernia, con la fuente del siglo XIII y la antigua zona prehistórica, situada a las afueras de la ciudad.
- – Descender desde las montañas hasta las playas del Adriático y parar en Termoli, para ver el Castello Suevo y la catedral románica.
- – Acudir al Festival Internacional de la gaita de Scapoli o comer trufa blanca en la Feria de San Pietro Avellana
- – Participar en el ‘Ndocciata», procesión nocturna de Agnone