La «Guerra de los volcanes» en Lípari

Guerra dei volcani
Guerra dei volcani

«Cuando Anna aterrizó en Vulcano, Stromboli comenzó a murmurar. Un volcán hace un guiño al otro, y cuando los volcanes hacen guiños entran en erupción .»

En Lípari, una de las Islas Eolias se homenajea a Roberto Rossellini, Ingrid Bergman y Anna Magnani. El Centro de Studi Eoliano ha inaugurado una exposición dedicada al sesenta aniversario de la «Guerra de los Volcanes«. Los eventos incluyen exposiciones y proyecciones que además de rendir tributo al gran director y sus dos antagónicas musas, quiere dar un empujón al desarrollo del turismo cultural del  archipiélago de las Eolias, uno de los destinos preferidos del turismo en el sur de Sicilia.

Al Centro de Estudios han llegado invitados y gente insigne del mundo del cine y la cultura, como el director Vittorio Taviani, que se ha entretenido en la sede de Maurolico para leer gustosamente el  material bibliográfico de las islas Eolias. En la visita estuvo acompañado por los «pioneros» Dolor y Nino Nino Saltalamacchia. teniendo  palabras de elogios para la exposición «La Guerra de los Volcanes», que contiene algunas imágenes de la isla Eolias durante la filmación de la película «Volcano» en 1949, así como recortes de artículos de periódicos de la época.

Uno de los eventos destacados del programa ha sido el homenaje especial a Roberto Rossellini con la proyección de la película documental «Rossellini Bajo el volcán» (1988), Nino Bizzarri.

Probablemente la historia de amor más intensa de Anna Magnani no fue la aventura «burguesa» con su primer marido, el director Goffredo Alessandrini, ni con su apuesto novio, el actor Massimo Serato. Seguramente fue, con el gran cineasta Roberto Rossellini, con quién descubrió la verdadera y salvaje alma de Anna, Rossellini hurgó hasta encontrarla y sacarla fuera. Con el estreno de «Roma Citta aperta», Anna ya era una actriz famosa, pero hasta la llegada de una existencial de la virginidad, incluso antes de arte…..

Fascinada, la dependencia que tenía por Rossellini se hizo relamente patente cuando el director dejó a Magnani por la actriz sueca Ingrid Bergman. en la cresta de la ola mediática, la denostada por Hollywood Bergman y Rosselini  emprenden  el rodaje en las Eolias de «Stromboli, terra di Dio», en 1948, una de las obras maestras de Rossellini.

Había diseñado un papel de heroína que parecía estar hecho a medida para Magnani, ¿quién mejor que Anna, prototipo de mujer Mediterránea, podría interpretar una historia de pasión, en un ambiente claustrofóbico, como la isla mediterránea de Stromboli? A priori, no era un registro para Ingrid Bergman, antítesis de la Magnani, nórdica, fría, racional, introvertida, la mujer de hielo. El sopapo a la Magnani, no sólo era de caracter sentimental, profesional, artístico, si no casi antropológico. Ofrecer a una amazona escandinava el papel de Madre Mediterránea? Madonna!! dirían los italianos.

Anna Magnani era el representante más fiel de un tipo de mujer representativa del Mare Nostrum,  que encarna todo lo femenino la cultura e  historia italiana.m pero también una Mujer universal, diosa y mundana al mismo tiempo, carnal, y sensual. Una mujer que puede ser despótica, tirana, fiel representación de la arpía, pero que puede ser la miel para el alma cansada de un guerrero, sediento de todos los sentidos, resolutiva y paradigma de la sabiduría popular . Esposa, amante, hermana y madre: una mujer que ejemplifica a todas las mujeres.

Magnani clamaba venganza…, Vendetta, a su querido Rossellini. Por ello, quién sabe si desesperada, plena de orgullo y rencor acepta el papel de «Vulcano«, otra de las isla Eolias, que para siempre quedará como la enemiga cinematográfica de la película de Rossellini.

El mismo año, en 1949 las dos islas fueron tomadas por la magia del cine, llevando a cabo una de las luchas más sonoras de la cinematografía italiana. Anna Magnani protagonizará  «Vulcáno», de William Dieterle. Un agitado melodrama con tintes  folclóristas con Rossano Brazzi, incomparable en frente a la obra de Rossellini.

El combate de Magnani resultó un deseperado alarde por luchar contra un contrincante invisible puesto que tanto Rossellini como Bergman no aparecieron en el ring. Este ejercicio de cinefue a la postre vacío e inocuo. Sin embargo, se reveló como un acto estéticamente bello. Los celos y la ira de la actriz italiana se solidifican formando una leyenda, un mito y sobre todo un titular para la historia, la Guerra dei volcani (La guerra de los volcanes).