La isla italiana de Sicilia, y en concreto Siracusa, es el único lugar de Europa donde encontraremos la planta del papiro. Cuando paseamos por la isla de Ortigia, el centro de Siracusa, no es fácil advertir que las plantas que crecen en la fuente Aretusa, son en realidad papiro. Saliendo de Siracusa y recorriendo la SS 115 hacia Ragusa encontramos la fuente donde nacen los rios Anapo y Ciane, desde donde parten las excursiones en barca que nos llevarán a un viaje insólito navegando entre papiros, como si del mismo Nilo se tratase.
El trayecto nos conduce rodeados de papiro hasta las fuentes del río Ciane, conocidas como Testa di Pisma. El río, cuyo nombre que significa en griego cian, es decir, azul, recorre apenas 8 km hasta fundirse con el mar salado del puerto de Siracusa. Todo este entorno fue declarado reserva natural a proteger en 1984. Según la mitología griega, Plutón raptó a Proserpina para casarse con ella mientras esta se hallaba con algunas ninfas.
Una de ellas, Ciane intentó impedirlo sin éxito. Sus lágrimas fueron tan copiosas que dieron lugar el pequeño río que hoy lleva su nombre. Con un poco de paciencia y algo de suerte podremos observar alguna de las numerosas especies de aves migratorias que frecuentan el curso del río, que pululan entre las plantas de Cyperus papyrus. Del papiro siracusano se extraen las fibras naturales con las que se confecciona el papel, que luego los artistas locales utilizan para los ejemplares que se venden en el Museo Papiro, en el Viale Teocrito n.66 (abierto todos los días del año de 9.00 a 13.00 y de 17.00 a 19.00, excepto los lunes que permanece cerrado).
El peligro que ha acechado a este oasis único en Europa es la contaminación, que ha reducido drásticamente el número de plantas de papiro. De las muchísimas especies de papiro que se encuentran por el mundo, la que crece en Siracusa se denominó «Cyperus Papyrus Linneo». La llegada del Papiro a Sicilia Para algunos botánicos la planta fue importada desde Egipto hacia el 250 a.c (quizás enviada por Ptolomeo II como presente al tirano de Siracusa Herón II), mientras otra corriente piensa que fueron los árabes más tarde quienes introdujeron la planta, al igual que hicieron con los cítricos, los pistachos y otras plantas del norte de África.
Los más atrevidos defienden que la planta del papiro es autóctona y que siguió una línea paralela a la de sus «hermanos» de la cuenca del Nilo. El primer testimonio cierto de la presencia de papiro en Siracusa es del 1674, si bien como decíamos los siracusanos ya la empleaban bajo la denominación de Pappera, Pampera o Parrucca. Era especialmente usada por los pescadores en las cuerdas y sogas, y por los campesinos que la empleaban para atar el follaje y la paja.
También era frecuente en los ornamentos y para cubrir el pavimento de calles e iglesias. En Siracusa tiene sede el Instituto Internacional del Papiro, que se ocupa de su estudio, conservación y difusión, junto a la divulgación de la cultura antropológica relacionada con la planta. Esta institución también gestiona el pequeño pero curioso y didáctico museo del papiro, abierto en 1989, y sin duda una opción de ocio en nuestras vacaciones por Siracusa.