El Carnaval, como fiesta pagan en su origen, adoptada a regañadientes en el calendario cristiano, tiene en Italia muchas manifestaciones curiosas que van desde lo más cercano, clásico y conocido como el Carnaval de Venecia, a los personajes mitológicos de Cerdeña -mamuthones-, pasando por evoluciones tan curiosas como el de Viareggio, donde los grupos que representan cada barrio acaban a naranjazo limpio.
Hoy sin embargo vamos a descubrir uno de los más curiosos, el Carnaval de Saponara, una pequeña población de provincia de Messina en Sicilia.
Este peculiar evento es una derivación festiva del ya centenario desfile del Oso y de la corte principesca, perteneciente al siglo XVIII, y está conservada gracias a la gestión de los denominados «Carnavales Históricos de Sicilia».
La fiesta empieza la tarde del martes de Carnaval, y si bien es cierto que con los años ha sufrido inevitables adaptaciones y cambios de estética, la ceremonia conserva intacto el hilo narrativo, mostrando un claro respeto por conservar la historia original, muy ligada a la identidad cultural del pueblo siciliano.
Los personajes que participan en el desfile son, además del oso evidentemente, un cortejo de animales, cazadores -y subalternos que llevan un instrumento hecho a partir de una caracola, la brogna- y el príncipe y su corte.
Tras una divertida procesión por la ciudad, el momento cumbre llega con el baile del Príncipe con el Oso en la Piazza Matrice de Saponara, animado por el cortejo de músicos, trajes y folclore típico de la región, como los «sbandieratori» que manejan y mueven al viento sus grandes banderas medievales.
La historia representa como Domenico Alliata (1712 – 1774), 5° Principe de Villafranca y esposo de la duquesa de Saponara, consiguió capturar al fiero oso que atemorizaba el ganado y a los hombres de los montes Peloritani. Indefenso, el oso fue arrastrado con cadenas por las calles del pueblo. La escenificación muestra su lado cómico cuando el oso, aún yendo encadenado, trata de atacar/jugar con algunas mujeres del público, incluso sacándolas a bailar educadamente en un Vals sin pies ni cabeza.