El antiguo burgo italiano de Nusco

Casa de Paolis en Nusco (Viterbo)
Casa de Paolis en Nusco (Viterbo)

Nusco es un pequeño pueblo en la provincia de Avellino, en la región de Campania al sur de Italia y más o menos al este de Nápoles. En 2011 fue incluido en el listado de «Pueblos más bonitos de Italia», y es conocido como el balcón de Irpinia por su ubicación a 914 metros de altura.

Enrrocado sobre los montes que vigilan  los valles de Calore Lucano y el río de Ofanto, se cuenta que el mismísimo Aníbal y sus elefantes atravesaron sus tierras en las guerras púnicas. De hecho la leyenda dice que algunos de ellos quedaron atrapados en el barro y el lodo del río, y el general cartaginés, para honrarlos renombró al río como Ofanto, una corrupción del italiano «elefante».

Los lombardos construyeron en Nusco un castillo para defender el valle de las crecidas del río, convirtiéndose en un núcleo económico destacado. Sin embargo, la plaga que azotó Nusco en 1656 produjo una mortandad de uno de cada tres habitantes, lo que desestabilizó su estructura social, y reduciendo la importancia de la villa al entorno de la iglesia.

Los palacios de Nusco se levantaron usando la piedra local cuyo claro color lo hacen característico. Las calles y callejuelas están tan abigarradas que hasta parece que se han encogido para defenderse del frío del invierno, o del hambre de los lobos que siempre han pululado por los bosques cercanos. Las familias nobles del reino de Nápoles como D’Aquino o los Gianvilla fijaron su residencia en Nusco, por donde reyes y duques también pernoctaron en su trajín por la península itálica.

El centro es una obra de arte longobarda, obra de Sant’Amato, obispo y patrón de la ciudad, que promovió en el siglo XVIII la remodelación de la catedral de Santo Stefano, originaria del siglo XI. La fachada renacentista tiene a su derecha un majestuoso campanario de 33 metros.

Desde el jardín Belvedere la propuesta visual sobre los montes cercanos invita a volar hacia el lejano pero visible volcán seco del Vulture.

De ese pasado, además del urbanismo, Nusco conserva la fiesta conocida como  «Notte dei falò», que celebra el 14 o 15 de enero una particular tradición. Los locales tiran al fuego los trastos y cosas viejas que ya no sirven, para dejar sitio a las nuevas, y al mismo tiempo calentarse en torno a la hoguera, degustando los platos típicos y animárse con los bailes regionales en las calles de la romántica Fusco.

Al igual que muchos burgos afamados en la edad media, Nusco sufrió los problemas generales de la Italia del XIX, como la emigración hacia el norte de Italia y las zonas industriales o hacia Estados Unidos, que en muchos casos fue de ida y vuelta.

Recientemente se vivió un terremoto que afortunadamente no afectó gravemente a los edificios más importantes de Nusco.