Roma, la ciudad eterna, es una de las capitales más ricas y vibrantes del mundo. Su encantador escenario nos permite respirar el arte y la cultura de la ciudad en cada rincón. El Imperio Romano duró unos 500 años, pero Roma ya existía mucho antes. La leyenda cuenta que el nombre de Roma procede de su cofundador, Rómulo, después de asesinar a su hermano, Remo, hace unos 3 mil años aproximadamente. Desde entonces, Roma ha pasado por varios periodos que han forjado su arte, y que nos han dejado un legado espectacular.
La ciudad es del todo indescriptible: el caos, el paisaje, los monumentos y la modernidad, conviven en un mismo espacio. El eclecticismo es la clave de su diversidad, es decir, podemos admirar edificios del siglo XVII del arquitecto Bernini, y al mismo tiempo, tan solo caminando unos pasos, encontrarnos con un obelisco Egipcio.
Roma ha tenido numerosas influencias, épocas y tendencias culturales, y donde han vivido personas que han dejado algunos de los monumentos considerados Patrimonio de la humanidad por la UNESCO, como el Centro Histórico de Roma, las propiedades extraterritoriales de la Santa Sede, la Basílica de San Pablo Extramuros y la Ciudad del Vaticano. Dentro del centro histórico de la ciudad, las calles nos llevan hasta el grandioso Coliseo romano, la Fontana de Trevi, el Foro Romano y la Plaza de España, entre otros muchos lugares de interés.
Sus colosales estructuras nos remiten a un pasado donde habían esclavos y gladiadores, donde poco a poco se alzó la ciudadanía y se crearon leyes, y donde el arte pasó del paganismo a la más absoluta religiosidad. Roma, ciudad de emperadores y de papas, ha sido el epicentro de la historia del arte italiano. Con el paso de los siglos, el arte se ha usado como elemento propagandístico, al servicio de la Iglesia o del Estado. El arte que vemos en Roma reflejan 3 mil años de trabajos y obras de los mejores artistas, con una gran cantidad de tesoros desde la cerámica etrusca hasta las creaciones de Miguel Ángel, pasando por los templos romanos y las esculturas de Bernini.
El Arte en Roma
Roma está repleta de museos y galerías de arte donde podemos disfrutar de las mejores obras que ha visto la ciudad romana. Tenemos por ejemplo, el Museo Nacional Etrusco de Via Giulia, que muestra rasgos vibrantes y ricos de la cultura etrusca. El arte primitivo romano se inspiraba en el arte del pueblo griego, para más tarde evolucionar y llegar a su máximo esplendor. En la Roma clásica, el arte era secular y ligado al desarrollo arquitectónico de la ciudad, deseoso de estar a la altura del gran Imperio Romano. A finales del siglo III a.C, el retrato romano era ya una tradición, así como los relieves conmemorativos, como los que podemos observar en el Arco de Septimio Severo en el Foro Romano.
La Roma, romana
El emperador Augusto tuvo un papel importante en el arte de la ciudad, ya que muchas de las obras más representativas de Roma se realizaron bajo su mandato (27 a.C., 14 d.C.). Estas obras tenían un mensaje claramente propagandístico, para remarcar su éxito y su poder. Claros ejemplos los tenemos en el Ara Pacis Augustae y en el altar del Campo de Marte de Roma. Un siglo después, se mantiene el legado del emperador y comienza el cambio en los retratos, donde cambia la teatralidad y la perspectiva. En esta búsqueda de libertad, encontramos el «estilo continuo», donde vemos representaciones con cierta continuidad, como viñetas que nos cuentan una historia. La mayor representación de este arte está en la Columna Trajana erigida en el Foro Romano en el año 113, donde se aprecian las victorias de Trajano sobre los Dacios.
Con la conversión de Constantino al cristianismo en el año 313, el arte pasó a glorificar a la Iglesia. Esta tendencia se extendió hasta el siglo XV y en el Renacimiento. Terminada esa etapa del imperio, comenzó el estado cristiano de Bizancio, donde grandes obras de arte proclamaban la importancia del emperador, y donde se inició la práctica de eliminar esculturas anteriores y reutilizar paneles escultóricos. En el año 330, Constantino rebautizó la antigua Bizancio con el nombre de Constantinopla, convirtiéndola en su capital. A pesar de las influencias orientales, el arte romano y la tradición del arte pagano se mantuvieron. Constantinopla siguió siendo centro artístico y cultural hasta el Renacimiento. El arte Bizantino tenía bases muy parecidas al arte cristiano primitivo y a veces es difícil separarlos. Podemos observar deliciosos frescos de la época en la iglesia de Santa Maria del Popolo. La importancia del espíritu y de lo inmaterial llegó con el cristianismo y continuó en el arte de Bizancio y en el periodo medieval.
La Edad Media en Roma
En la época medieval, se construyeron numerosos templos religiosos y basílicas, como Santa Maria Maggiore (siglo V), donde podemos ver magníficos mosaicos. Algunas de las iglesias erigidas entre el siglo X y XII albergan detalles más elaborados, como arcos del estilo románico. Durante gran parte del siglo XIV, Roma interrumpió la actividad artística, cosa que afectó al desarrollo del estilo gótico. De esta época destacan los trabajos de Pietro Cavallini en los frescos y mosaicos medievales de las iglesias de santa Cecilia y Santa Maria in Trastevere.
Roma, una de las cunas del Renacimiento
Después de la caída del Imperio Romano, Roma perdió parte de la vida artística, que volvió con todas sus fuerzas en el Renacimiento en el siglo XV. La ciudad volvió a ser el centro de este movimiento, y los mejores artistas acudieron a la ciudad a desarrollar su arte y embellecer la ciudad. Artistas como Botticelli, Ghirlandaio, Pinturicchio y Rafael plasmaron sus creaciones en los muros, edificios y bóvedas de la ciudad.
El ideal clásico de belleza y proporción caracterizó la arquitectura renacentista, cuyo máximo exponente en Roma fue Donato Bramante, que creó la basílica de San Pedro, y el Tempietto di San Pietro in Montorio. Miguel Ángel construyó la cúpula sobre la basílica de San Pedro, además de decorar junto con otros artistas la Capilla Sixtina.
El Renacimiento concluyó con el saqueo a la ciudad en 1527. Entonces llegó la Contrarreforma, donde la glorificación de la Iglesia fue el objetivo de los artistas barrocos. El siglo XVI fue un periodo de crisis en las artes. Durante esta época, surgió Michelangelo Merisi da Caravaggio, caracterizado por su realismo, sus luces y sus sombras, con escenas que reflejan un naturalismo que marcó a muchos artistas. Podemos ver muchas de sus obras en las iglesias de San Luigi dei Francesi, Santa Maria del Popolo y Sant’Agostino.
El Barroco romano
El Barroco, que quería combatir la difusión de la reforma protestante y realzar la religión católica, fue totalmente propagandístico. Los artistas decían ser herederos del Renacimiento pero se saltaban las normas para crear obras con movimiento, exuberantes y teatrales. Dos artistas resaltaron en la época, rivales entre sí: Gianlorenzo Bernini y Francesco Borromini. Borromini creó la iglesia de Sant’Agnese in Agone entre otras muchas obras. Bernini representó santa Teresa de Jesús en éxtasis para la capilla de Santa Maria della Vittoria. Además, tiene varias obras en la Galleria Borghese, como Apolo y Dafne y el Rapto de Proserpina.
El Barroco continuó dándonos tesoros como la exuberante Fontana di Trevi y la Scalinata della Trinità dei Monti. En este punto nació el Neoclasicismo como respuesta a los excesos del Barroco, con la intención de volver a los cánones del antiguo arte griego. El mayor representante fue el escultor Antonio Canova, con obras sencillas que encandilaron al propio Napoleón. Tenemos la escultura de Paulina Bonaparte como Venus en la Galleria Borghese.
Para terminar nuestro repaso por la historia del arte de Roma, tenemos el arte fascista y moderno. En el siglo XX., Mussolini usó el arte en su beneficio. Se realizaron obras de gran envergadura, como la Stazione Termini y la Esposizione Universale di Roma. Tenemos también movimientos recientes como los Macchiaioli, post-impresionistas de la segunda mitad del siglo XIX, con obras en la Galleria Nazionale d’Arte Moderna de Roma
Arte y cultura de Roma al mejor precio
Como dice el refrán, «Roma, non basta una vita». Y es que realmente, para ver Roma en toda su esplendor, y conocer a fondo el arte y la cultura de la ciudad se necesita toda una vida. Roma ofrece más de novecientas iglesias por no hablar de monumentos y museos. Una buena manera de comenzar a disfrutar de roma, es visitando los lugares y monumentos gratuitos, como el Foro Romano, el monte Capitolino, la Fontana di Trevi, la Piazza di Spagna, el Panteón, el exterior del Coliseo y del Castel Sant’Angelo, la Bocca della Verità, la Piazza Navona y la basílica de San Pedro, entre muchos otros.
Encontramos obras de Miguel Ángel en la iglesia de San Pietro in Vincoli en la Basílica de San Pedro, la iglesia de Santa Maria Sopra Minerva y en la Piazza del Campidoglio. Si queremos ver obras de Bernini, las tenemos en las iglesias de Santa Maria della Vittoria, San Francesco a Ripa y Sant’Andrea al Quirinale, la basílica de San Pedro y Piazza Navona entre otras. En Santa Maria del Popolo, Sant’Agostino y San Luigi dei Francesi, observamos obras del gran Caravaggio.
Una de las claves para poder visitar todos los rincones de Roma, es aprovechar el Roma Pass, con el que podremos tener acceso a dos museos de forma gratuita y al trasporte público, y disfrutar de importantes descuentos para ver las exposiciones, museos y teatros de Roma.