«Vosotros que vais por el mundo, errantes, tratando de ver estupendas maravillas, venid aquí, donde están los rostros de horrendos elefantes, leones, osos, ogros y dragones»
Misterio, historia, arte, arquitectura,…, si la piedra hablase nos podría contar muchos de los enigmas que esconde el Bosque Sagrado de Bomarzo.
Viterbo y su entorno fueron la localización para que Papas y nobles de alta alcurnia como los Orsini fijasen sus feudos estivales, lejos del trajín de Roma.
Polimartium el antiguo Bomarzo etrusco ha dejado impregnado ese halo en las piedras del «Jardín de las Maravillas».
La visita está regada de advertencias: «Quien con la ceja arqueada y el labio apretado no va por este lugar, carece de admiración, pues éste es uno de los lugares solitarios más famosos del mundo…» o «Tu que llegas aquí, presta atención y luego dime si todas estas maravillas fueron creadas por error o por amor al arte». El turista queda condicionado por estos avisos que en otro tiempo debieron surtir mucho efecto en los visitantes.
El Sacro Bosque de Bomarzo o Parque de los Monstruos es sin duda uno de esos lugares diferentes, que fascinan al viajero. Ya en su día. escritores y pintores quedaron prendados de sus esculturas y lo incluyeron en las rutas esotéricas de Italia. Si a la aureola de magia y mitología que impregnan Bomarzo añadimos que estamos en territorio de los antiguos etruscos -pueblo ligado siempre al misterio- el resultado no puede tener más atractivos.
Bomarzo en provincia de Viterbo, entre los Montes Cimini y el Valle del rio Tévere, es una perla medieval, en cuyo centro histórico todavía hoy podemos ver edificios del medievo como la Iglesia de Santa Maria Assunta. A sus afueras, el Parque de Bomarzo es el resultado del deseo del Príncipe jorobado, Pier Francesco Orsini, mecenas del arte, que asolado por la muerte de su esposa, Giulia Farnese emprende un viaje hacia la eternidad a través de las esculturas pulidas a partir de las rocas, y que siembran el recinto de su jardín.
Ideado por el arquitecto Pirro Ligorio (que finalizó la Basílica de San Pedro de Roma – tras la muerte de Miguel Ángel – y la Villa d’Este en Tívoli), los trabajos empiezan en 1552 y concluyen en 1558 dando lugar a la «Villa de las maravillas» que tanto intrigó a los nobles contemporáneos del príncipe.
La idea original de diseñar un jardín ornamental siguiendo el modelo de la época derivó en un proyecto único donde las estatuas y los edificios simbólicos que lo componen invitan a perderse a semejanza de un laberinto. La obra supone quizá la vanguardia del barroco, cuyas formas todavía no habían calado, y viene a expresar una oda al sufrimiento, al miedo, terror y la desesperación.
Ligorio aprovechó la roca volcánica originaria de Bomarzo conocida como el peperino, ductil y apropiada para pulir las esculturas. Durante casi treinta años escultores y arquitectos se siguieron las directrices del príncipe para que el cosmos de su patrón se fuese dibujando con un zoológico compuesto por seres mitológicos que vivirán entre árboles y arroyos, por un templo renacentista, un pequeño teatro romano o a una torre tan inclinada que confunde al visitante.
En Bomarzo muchos han querido ver elementos esotéricos, cábalas de alquimistas, y el deseo de ser inmortal del creador del jardín. Ciertamente la disposición del parque invita a pensar en el significado de la creación del jorobado Orsini, coleccionista de todo, restaurador del poder del linaje familiar, con su oso como emblema que según la leyenda mutó en un mago para controlar la naturaleza. No hay duda que la astrología, la encarnación de la eternidad, y el horror expresado con monstruos como Cancerbero, las arpías o el dragón, invitan a pensar en factores más allá de lo estético.
En Bomarzo las reminiscencias a la mitología son constantes, y entre la treintena de esculturas o edificios podemos describir a Saturno, Pegaso, Venus o Prosepina. El simbolismo es otra de las características del jardín, no hay lugar al descuido, y toso tiene un significado, una frase latente que a veces se escribe en la roca, o a veces nos la sugiere las formas del dragón, la tortuga, la ballena, o la ninfa dormida.
El misticismo que rodeó a Bomarzo quedó cubierto de la niebla del olvido 400 años hasta que en 1954 Giovanni Bettini adquiere el terreno que engloba el que los lugareños habían denominado «Parque de los monstruos» y lleva a cabo una restauración del nombre de Bomarzo. A esta hazaña contribuye y mucho la obra de Manuel Mújica Lainez, el escritor argentino que con el libro homónimo realizó un perfecto retrato novelado del príncipe en su contexto del Renacimiento italiano, con el parque como escenario teatral. También hizo eterno a Bomarzo Ginastera, la ópera hasta que cantó la soprano española, Isabel Penagos, en la piel de la mujer del príncipe, Julia Farnese.
La visita a Bomarzo está repleta de continuas sorpresas y la «fauna» escultórica cubre motivos tan variados como orcos, tortugas gigantes, sirenas, esfinges, elefantes, delfines, ballenas, gigantes en lucha que en contra de la precipitada idea de que se hallan colocados arbitrariamente, se disponen en un cosmos en el que nada es azar.
Recorrido por el Parque de los Monstruos
En la entrada se hallan las dos esfinges con el siguiente mensaje «Chi non prova stupore di fronte alle statue del parco di Bomarzo non potrà ammirare nemmeno le Sette Meraviglie del Mondo». (Quién no muestra estupor ante las estatuas de Bomarzo no potra tampoco admirar las siete maravillas del mundo). Junto a las esfinges una serie de bustos que representan a algunos dioses como Saturno, Jano, o Fauno.
Con esta premonitoria frase comienza la visita por Bomarzo, un auténtico museo renacentista al aire libre. A la izquierda de las esfinges está la estatua de Proteo, viejo genio del mar, con un globo sobre su cabeza, y un castillo encima de esta que podría representar a Bomarzo. En frente el mausoleo, y a la derecha la lucha de los gigantes. Sucesivamente aparecen Hercules despedazando a Caco, reflejando la dualidad entre el bien y el mal, Cancerbero (el perro del dios Hades con tres cabezas), la Tortuga coronada con un hada sobre un obelisco, Fuente de Pegaso, la Casa pendiente, Néptuno o Plutón, Dragón que compite con un perro/lobo/león, Elefante de Anibal, aplastando con su trompa a un legionario romano, Banco Etrusco, Ceres, la Mujer durmiente, la Furia Alada, Echida y los dos leones y el Templo de planta octogonal.
Entre las construcciones más bizarras del Sacro Bosque está seguramente la Casa Inclinada, construida en 1555 con pendiente a propósito. Desde dentro el efecto que produce es extraño, como si fuese imposible alcanzar el equilibrio.
Pero sin duda es el Ogro el que despierta más interés fotográfico, emblema del parque, que encierra en si mismo muchos de los significados intrínsecos de Bomarzo. El ogro que asusta a los niños y por cuya boca abierta sólo pueden entrar aquellos que muestren coraje. El premio es gozar del fresco que proporciona los días de verano la piedra de su mesa y su banco dispuestos en la sala circular.
El maestro Ligorio aprovechó la geometría y las sombras del ogro para que según fuera anocheciendo la escultura parezca mutar el gesto, cambiando su dolor por una mueca de alegría al vislumbrar la noche.
La gran obra del Parco di Bomarzo sirvió de inspiración e influencia a grandes genios como Salvador Dalí que se inspiró en el jardín para uno de sus cuadros visionarios, «La tentación de San Antonio». André Breton cuando invitaba al maestro español a ver Bomarzo a través de un libro con fotografías le espetó: «Aquí está todo tu universo cuatrocientos años antes de que se te ocurriera».
Si todavía no estáis asombrados os aconsejamos que vayáis a ver Bomarzo con vuestros ojos ya que todo adjetivo se queda corto, y el Parque de las Maravillas del principe Orsini construido en medio de un bosque nos sumergirá en la Italia medieval y renacentista.
El parque de los monstruos se puede visitar todo el año, desde las 8 de la mañana hasta el anochecer y cuenta en su entrada con un amplio parking, tavola calda, bar y área de servicio para caravanas. Aquí te indicamos como llegar, y un mapa.