El Palacio Real de Caserta, con su hermoso Parque y el complejo de San Leucio, nacieron bajo la iniciativa de Carlos Borbón cuando invitó al arquitecto Luigi Vanvitelli a diseñar un edificio que rivalizara con la armonía del Palacio de Versalles de Luís XIV, para simbolizar el nuevo poder real.
Impresionan los datos que jalonan los trabajos para levantar el Palacio Real de Caserta, nada menos que 22 años, cientos de operarios (sin incluir los numerosos obreros obligados a trabajar forzosamente), materiales llegados de toda la la región, -salvo el mármol de Carrara y el hierro de Falónica -, para levantar más de 1.200 habitaciones y un parque que ocupa 120 hectáreas repartidas en 3 kilómetros de largo.
Cierto es que bajo la extrema suntuosidad y lujo del Palacio Real de Caserta está justificado ante la aparente accesibilidad de Nápoles, expuesta a las incursiones bárbaras, y que provocó que la corte real buscase un espacio estratégico más seguro.
La obra se concluyó en 1774, un año después de la muerte de Luigi Vanvitelli, siendo su hijo Carlo quién llevó a cabo los remates de la dirección.
Para «alimentar» de agua las fuentes, cascadas y los juegos de agua que a su vez representan uno de los principales atractivos y diversiones de Caserta se hizo necesaria la construcción del acueducto Carolingio, que nutría al espacio desde más de 40 kilómetros.
El Palacio, situado en la región italiana de Campania, muestra una austera fachada exterior de cinco plantas y un interior formado por una serie de patios y espacios multidireccionales.
El Parque del Palacio Real de Caserta
Cuando por el lunes de San Angelo los súbditos del rey acudían al parque abierto excepcionalmente el asombro era mayúsculo ante el espectáculo de la Cascada de los Delfines, o las fuentes de Eolo, Cerere, Venere y Adone, esta última a los pies de la Gran Cascada que tiene una caída vertical de 78 metros. Algunas de las ornamentaciones que hoy observamos proceden de la ciudad romana de Pompeya.
Conjunto de San Leucio
San Leucio es un barrio de Caserta, conocido por La fábrica de seda de San Leucio representa el momento cultural más importante de la dominación de los Borbones, y cuyos tejidos de seda visten estancias del Vaticano, la Sala Oval de la Casa Blanca o del Palacio de Buckingham.
Todos los veranos se celebra el Leuciana Festival, que a través de la música, la danza y otras manifestaciones culturales se reivindica recordando la importancia industrial y artística de la fabricación de seda de San Leucio.
El Palacio Real de Caserta, junto con el Parque y San Leucio, fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997.
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