La historia contemporánea europea comienza -según acuerdo tácito de los historiadores- con la revolución francesa en 1789.Italia también tiene sus fechas y sin duda la que marca un cambio en todos los sentidos, desde el político (unificación y paso a república), social (misma bandera, himno y «patria»), al económico; es 1861 y el Risorgimento o fase de unificación de los estados italianos.
El precedente para que germinase esta huella de la historia de Italia viene de la guerra de sucesión española en 1714, cuando los territorios italianos de Milán, Nápoles y Cerdeña van a parar a los Hausburgo, mientras que los Saboya reciben Sicilia. Esta última será permutada por Cerdeña dando lugar al reino de Cerdeña o Piamonte en 1720. Los Borbones se resarcirán más tarde recuperando parte de sus posesiones pero el germen revolucionario de 1789 y la entrada de Napoleón en escena cambiarán el panorama Europeo y por supuesto el de Italia.
El apoyo que brinda Napoléon a los «italianos» contra el enemigo común, el Imperio austriaco, resulta determinante. El norte de Italia se afrancesa y los intelectuales se acercan a las posiciones ideológicas liberales de la Revolución Francesa y como resultado de la nueva distribución geográfica aparecen repúblicas afines a Francia como la República Ligur, la República Cisalpina, y la República Partenopea
Tras un continuo tira y afloja entre Austria y Francia por el control de Italia, la derrota en la Batalla de Marengo supone el fin de las pretensiones austriacas sobre territorio italiano.