La Llanura Padana, Valle del Po o Pianura padana en italiano, es una de las más grandes extensiones abiertas y planas de la Europa Mediterránea. Ocupa una parte extensa de la Italia septentrional con los Alpes al norte y al oeste, los Apeninos al sur y el mar Adriático al este. Las regiones que cubre son Piamonte, Lombardía, Véneto, Friuli-Venecia Julia y Emilia-Romaña.
Se divide entre la alta y la baja pianura, que se diferencian no sólo por la altura, sino por la naturaleza del terreno, la hidrografía y la vegetación. La alta pianura, llamada seca va desde los Prealpes a los pies de los Apeninos, y su terreno es permeable, arenoso y no retiene el agua provocando aguas y ríos subterráneos. La Baja Padania por contra tiene tierras impermeables, que conservan la humedad, generando terrenos paludosos y de marisma. El Po de la Lombardía sería su zona central, donde la irrigación permite el cultivo de grandes superficies.
El valle del Po está surcado por el rio más largo de Italia, el Po, además de estar regada por el Adigio y el Reno mueren en el Mar Adriático.
La ruta del Valle del Po en el norte de Italia, tiene como centro una ciudad que, además de haber desarrollado un propio y original tipo de vida, ejercitó una influencia que fue más alla de los habituales confines del estado-ciudad del Medioevo y del Renacimiento: Venecia.
Esta ciudad mágica es el epicentro, en el Valle del río Po, de una doble ruta. La primera es un recorrido que alcanza las capitales de los antiguos principados, consagrado sobre todo al Renacimiento del Valle del Po: Milán de los Visconti y los Sforza; Mantua de los Gonzaga, Verona de los Scaligeri; Ferrara y Módena de los de Este; Parma, de los Farnese, y la pequeña Sabbioneta.
Entre estas ciudades a cuyo lado caminan justamente Bérgamo, Brescia, Vicenza y Bolonia, que sin haber sido capitales, desarrollaron las artes de la expresión figurativa y de la vida civil, Venecia ocupa un lugar único.
En el otro itinerario, Venecia sobresale por la función que tuvo como intermediaria entre la antigua civilización romano-bizantina y el mundo italiano del Renacimiento que ella tanto contribuyó a fomentar. Las huellas bizantinas se ven con impresionante constancia desde Rávena, pasando por Aquileya, hasta la nobilísima Parenzo, hoy en territorio croata. Además encontraremos los pasos de Venecia entre las montañas del Cadore, donde nació Tiziano , hasta más allá de Trento, donde los ecos venecianos se funden con acentos y modos del centro-Europa imperial.