Cine de Italia

Cartel fascista de Cinecitta
Cartel fascista de Cinecitta

La contribución de Italia al cine va más allá de los nombres, de la aportación de actores y directores, y de corrientes. El celuloide sin Italia no puede entenderse…

En el contexto de una Italia donde el fascismo había calado en la sociedad y el sentimiento patriótico, nacionalista e imperial volvía a calar, Mussolini inaugura el nuevo establecimiento de Cinecittà en la romana calle Tuscolana. Estamos en 1937 y el Hollywood del Tiber pone en marcha un ambicioso proyecto de producción del cine sin precedentes en Europa. Cinecittà se inauguró a bombo y platillo, con 75.000 metros cuadrados de platos, escenarios, y todo tipo de equipamiento para dar a la luz una nueva hornada de películas.

El nacimiento de Cinecittà vino acompañado de una ley de corte autárquico, la Ley Alfieri del 18 de enero de 1939 que suponía una fuente de financiación a las producciones nacionales, con el objetivo de combatir la hegemonía del cine estadounidense.

La caída del fascismo movió el eje del protagonismo de las películas. El escenario se movía, y las cámaras apuntaban a la calle, a los personajes cotidianos, a los problemas reales del italiano de a pié. Las limitaciones de los presupuestos favorecieron la presencia de guines más imaginativos, de actores improvisados, y de platos tan reales como las calles, los mercados, los puertos de las ciudades italianas, con sus miserias y sus alegrías.

A caballo entre el documental y el testimonio el neorealismo puso piés a las cámaras, para moverse hasta escenarios que no había pisado. «Roma ciudad abierta (Roma città aperta)», de Roberto Rossellini o «El limpiabotas (Sciuscià)» de Vittorio De Sica expresan las heridas de la Italia de posguerra.

La intensidad con la que el neorealismo barre el pasado se plasma con películas como «Caza trágica (Caccia tragica)» (1947), Giuseppe De Santis, «Alemania año cero (Germania anno zero)» Rossellini, «Ladrón de bicicletas (Ladri di biciclette)» o «La tierra tiembla (La terra trema)» donde Visconti recupera «Los Malavoglia (I Malavoglia)» de Verga.

Ya en la década de los 50 Visconti con «Bellísima (Bellissima)»y «Senso» y Rossellini con «Stromboli» (1950), «Europa 51» (1952) y «Te querré siempre (Viaggio in Italia)» (1953) perpetuan un estilo que con el auge de las producciones norteamericanas y los cambios sociales de Italia ya vislumbra su fin.

Algunos de los títulos más célebres del cine italiano

El limpiabotas (1946), de Vittorio de Sica
Paisà (1946), de Roberto Rossellini
La tierra tiembla (1948), de Luchino Visconti
Ladri di biciclette (1948), de Vittorio de Sica
Arroz amargo (1949), de Giuseppe De Santis
Bellísima (1951), de Luchino Visconti
La strada (1954), de Federico Fellini
Los inútiles (1953), de Federico Fellini
La dolce vita (1960), de Federico Fellini
La noche (1961), de Michelangelo Antonioni
El Evangelio según San Mateo (1964), de Pier Paolo Pasolini
Por un puñado de dólares (1964), de Sergio Leone, primer spaghetti western
Muerte en Venecia (1971), de Luchino Visconti
En el nombre del Padre (1971), de Marco Bellocchio
El último emperador (1988), de Bernardo Bertolucci
La vida es bella (1997), de Roberto Benigni