No se puede negar la evidencia y el estado de degradación del otrora inmenso Circo Máximo desanima y decepciona a los que tantas veces lo han visto reproducidos en películas o reconstrucciones virtuales. Es cierto, que frente a otros monumentos romanos como el Foro o el Coliseo, el Circo Máximo no puede competir, pero hay que entender que precisamente por su gran tamaño, los bloques que formaban su estructura fueron los primeros utilizados para dar vida a los edificios que después de la caída del Imperio romano fueron apareciendo en la ciudad.
Sin embargo, cuando el viajero con paciencia pasea por el parque donde estaba la arena y casi cuenta los pasos que le llevan de un extremo a otro puede llegar a imaginar como temblaba el suelo con las cuádrigas, y como el clamor popular de 200.000 voces apabullaba con su algarabía. Hoy su silencio es también la oportunidad para valorar el espacio como lo que fue, más allá de la grandiosidad perdida.
Los amantes de la mitología romana escucharán con placer la leyenda que cuenta como Rómulo, después de fundar junto a su hermano Roma, secuestró a las mujeres de las poblaciones cercanas para tener descendencia y hacer crecer la población, plasmado en el Rapto de las Sabinas.
En 1960, coincidiendo con los juegos Olímpicos que se celebraron en Roma se llevó a cabo una restauración para dejar minimamente visitable el recinto, aunque hoy en día sigue pendiente de una actuación más intensa, puesto que parte de la base está enterrada.
Historia del Circo Maximo
Se ha hablado largo y tendido sobre las cifras de la máxima capacidad del Circo Máximo, con estimaciones que van de los 200 a los 300 mil espectadores. Sea como fuere no hay duda de que fue el mayor complejo de ocio de la historia, y si tenemos en cuenta que los romanos, pese a su avanzada ingeniería -y un número no menos relevante de mano de obra esclava- no contaban con los medios actuales, el logro es mayor. Sus dimensiones cuando menos dan que pensar con 600 metros de largo por 140 de ancho dejando pequeños los otros circos: Circo Flaminio y el Circo de Majencio.
Prácticamente todos los gobernantes de Roma, desde la época monárquica, a la Republicana y el Imperio, contribuyeron a reformar y mejorar el Circo Máximo. El edificio primigenio que se levantó en la depresión que hay entre los montes Aventino y Palatino, es del siglo VII a.C. con una estructura de madera, obra de Lucio Tarquinio Prisco (el quinto rey de Roma), iniciando así la tradición de uno de los eventos preferimos por los romanos.
En el siglo II a.C. se reforzó con basamentos de piedra y Julio Cesar llevó a cabo varias modificaciones en el 46 a.C. Posteriormente tras un incendio, fue Cesar Augusto quién la enriqueció con mármol y travertino, añadiendo un palco imperial y el obelisco de Ramses II que hoy está en la Piazza del Popolo.
Más adelante Trajano, y luego Caracalla que amplió sus dimensiones continuaron con energía a consolidar los juegos del Circo. Finalmente Constantino, ya en la fase final del Imperio romano colocó el obelisco de Tutmes III que hoy conocemos por encontrarse en la plaza San Giovanni in Laterano.
La caída de Roma significó el fin del uso del Circo Máximo, que en el año 549 d.C. vive su última «carrera». Las incursiones bárbaras, la reutilización de la piedra y el mármol y el expolio sistemático dejaron en los «huesos» la estructura hasta el punto que hoy en día los muros no existen y el graderío sólo se distingue por la hierba que cubre el espacio donde iban los asientos.
En época medieval el extenso espacio que ocupaba el Circo fue empleado para recinto agrícola donde predominaban vides. La existencia de un pequeño arroyo, el foso de San Giovann permitió construir un molino que se empleaba en la elaboración y transformación de los productos cultivados y una torre defensiva hoy visible, la «Torre della Moletta» servía de edificio de control.
Durante siglos estuvo abandonado, albergo iglesias que posteriormente fueron derruidas, sirvió de cementerio judío en el XVII o de almacén de gas en el XIX.
Mussolini, nacionalista radical y firme defensor de los «valores» de la Roma Imperial intentó durante su mandato fascista exaltar la grandeza de Roma y pero el proyecto que emprendió en 1943 para excavar el circo quedó abandonado a causa de la Segunda Guerra Mundial.
Las carreras del Circo Máximo se desarrollaban por equipos, con estandartes de colores y cuádrigas de cuatro caballos (doce en total) dominadas por la pericia de los aclamados deportistas, que en ocasiones sufrían accidentes mortales al ser embestidos arrollados por los carros. Después de la salida, que era similar a la de los hipódromos actuales con un sistema de apertura en el momento de la salida, el recorrido debía dar siete vueltas a la «spina», el eje longitudinal que servía de referente para tomar las curvas, y quién llegase en primer lugar obtenía el triunfo.
Las vueltas se contabilizaban con esculturas de delfines que servían de marcadores escupiendo agua cada vez que se completaba una vuelta. Se cuenta que las carreras y eventos duraban desde la mañana hasta el atardecer, pudiendo acontecer hasta 100 competiciones.
Además de las carreras el Circo Máximo era escenario de representaciones varias, como las carreras pedestres o las batallas que simulaban con una veracidad que rozaba lo real, los enfrentamientos y victorias conseguidos contra otros pueblos durante la romanización del europa y el Norte de África. Una de ellas era el «Ludus Troianus», donde los jóvenes patricios de la aristocracia romana llevaba a cabo demostraciones equestres.
Los juegos y carreras eran públicos, y al igual que los teatros y anfiteatros de Roma (como el Coliseo) servían de ocio y actividad lúdica para los habitantes de la urbe romana, y por que no, de «casa de apuestas» de la época.
En 1959 Hollywood recreó las carreras con una película ambiciosa que recreaba el Circo Máximo, y por ello solicitó permiso al ayuntamiento de Roma, que lo denegó y ofreció a cambio el Circo de Majencio, en las afueras, sobre la Via Appia para recrearlo. En 2016, una remake e la película original se ha grabado para volver a mostrar las carreras de cuadrigas con efectos especiales aún más espectaculares.
Desde el piazzale Ugo Malfa se obtiene una de las mejores vistas del Circo Máximo, ya que la prespectiva de altura del Aventino, permite admirar el espacio que ocupaba el recinto, y de paso ver la parte sur del Monte Palatino, sede de las residencias de los emperadores.
Recreación 3d del Circo Máximo
Información Circo Máximo
Precio: La visita al Circo Máximo no tiene coste y es gratis ya que el espacio es un parque al aire libre.
Dirección: Via del Circo Massimo
Cómo llegar: La mejor opción es caminando, y el metro más cercano es la estación del mismo nombre, Circo Massimo. Muy cerca encontramos la Iglesia de Santa María in Cosmedín, con la archifamosa Boca dela Verdad.
Mapa del Circo Máximo