Rávena (Ravenna en italiano) fue la sede del imperio bizantino en Italia, vivió su período de esplendor y riqueza que duró hasta el siglo VIII. La ciudad, situada en Emilia-Romaña al norte de Italia, se distingue por sus monumentos de culto de la Edad Antigua, que representaron la fusión de las influencias artísticas de Oriente con la iconografía cristiana.
La máxima expresión de este clima cultural son los mosaicos de oro que adornan el interior de los monumentos. Los monumentos paleocristianos de Rávena fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996.
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