
El salame de Cremona es a la gastronomía italiana lo que Stradivari es a la música. Durante cinco semanas – como mínimo para las piezas pequeñas, o cuatro meses más para los embutidos más grandes – el salame se deja curar para ponerlo a la venta, adquiriendo un sabor potenciado por las especias.
No menos representativa de la gastronomía y de los productos típicos es la mostarda de Cremona (fruta confitada en almíbar y mostaza), cuyas primeras noticias tenemos en 1604 en un libro de recetas.
Los quesos son otro de los sabores a destacar, el Gran Padano DOP (Denominación de origen protegida), confeccionado con unos estrictos criterios en un número selecto de caseríos. Y no menos sabrosos el Provolone Valpadana, el Salva Cremasco o los caprini.
La propia Cremona, la región del Po de Lombardía y la provincia cremonese celebran numerosas sagre, fiestas gastronómicas donde degustar sus sabrosos productos.