
La decisión del gobierno italiano para intentar paliar la situación financiera de Italia supone un borrón y cuenta nueva en el dibujo político de las provincias italianas. Además de los consabidos retoques económicos, el concerniente a la desaparición de 37 provincias tendrá repercusión en el espectro cultural y el reparto de los presupuestos que afectan al cuidado del patrimonio artístico y su difusión turística. Esto viene a dar un toque de gracia al interés ya de por si mermado que se procuraba a la hora de promocionar Italia en el exterior.
Y es que si ya antes la Enit (Ente Nacional de Turismo) encontraba agujeros para poder mejorar y equilibrar un deficiente servicio de atención al turista (si lo comparamos con países vecinos como Suiza), con los recortes actuales, la fusión de pequeños ayuntamientos, y la concentración de provincias, cabe esperar una repercusión en la calidad del innumerable patrimonio material e inmaterial de Italia.
Si a esto sumamos que en las últimas legislaturas la riqueza cultural italiana había vuelto a cubrirse de tierra y olvido, con situaciones preocupantes como notable deterioro del Coliseo de Roma o los derrumbes de villas de Pompeya; huelga decir que el panorama se llena de nubarrones.
Será un precio alto para algunas provincias con una gran historia acuñada, y que en definitiva son sello y marca de la Italia más auténtica. El «trastorno» está repartido de norte a sur, y lo mismo toca a Toscana que a Sicilia.
El criterio para elegir las provincias que dejarán de existir está basado en el número de habitantes, de modo que aquellas que no pasen de 300.000 perderán el estatus territorial, y quedarán bajo la dirección del ente regional.
Esto ha provocado que regiones como Liguria o Umbria sólo mantengan una provincia (Génova y Perugia respectivamente), o que otras se queden sin el nivel territorial de provincia, como Molise. Incluso podría darse el caso que Molise volviera a formar una sola región junto a Abruzzo, con Campobasso como única provincia.
Las provincias en cuestión son: Ascoli Piceno (Marche): 214.068, Asti (Piemonte): 221.687, Belluno (Veneto): 213.474, Benevento (Campania): 287.874, Biella (Piemonte): 185.768, Caltanissetta (Sicilia): 271.729, Campobasso (Molise): 231.086, Carbonia-Iglesias (Cerdeña): 129.840, Crotone (Calabria): 174.605, Enna (Sicilia):172.485, Fermo (Marche): 177.914, Gorizia (Friuli-Venecia Giulia): 142.407, Grosseto (Toscana):228.157, Imperia (Liguria): 222.648, Isernia (Molise): 88.694, La Spezia (Liguria): 223.516, Lodi (Lombardia): 227.655 , Massa Carrara (Toscana): 203.901, Matera (Basilicata): 203.726, Medio Campidano (Cerdeña):102.409, Nuoro (Cerdeña):160.677, Ogliastra (Sardegna): 57.965, Olbia Tempio (Cerdeña): 157.859, Oristano (Cerdeña): 166.244, Piacenza (Emilia Romagna): 289.875, Pistoia: 293.061, Prato (Toscana): 249.775, Rieti (Lazio): 160.467, Rovigo (Veneto): 247.884, Savona (Liguria): 287.906, Siena (Toscana): 272.638, Sondrio (Lombardia): 183.169, Terni (Umbria): 234.665, Trieste (Friuli Venezia Giulia): 236.556, Verbano-Cusio-Ossola (Piemonte): 163.247, Vercelli (Piemonte): 179.562 , Vibo Valentia (Calabria): 166.560.
Con los recortes se perderán los apelativos de capitales de provincia de ciudades que han cocinado el nombre del país, de Trieste a Siena, Terni, Ascoli Piceno, Asti, Matera, Benevento, o Gorizia.
Las regiones más afectadas son aquellas que se formaron en la «hornada» de los 90, pertenecientes a Cerdeña, Piamonte, Marche o Molise.